vox 9

virtual

Inéditos


Cielorraso y compañía

Ariel Williams

Lenguayo
/ Mario Ortiz



Tatuada para siempre
(Primera entrega)

Fernanda Laguna


¡Vaga Beduino!
Mara Rosenfeld

Los poemas de mara /
Roberta Iannamico

 

Lo que vino
lo que vino

 

 

 

 

 

 

Exteriores

El portafolio caníbal
Lux Lindner

La corneta argentina
David Wapner

Arte

Tandil se mueve
Patricia Rizzo

Bahía Blanca fue
un happening

Rafael Cippolini


Wall Drawings / Sol Lewit
Claudia Groesman

Blanco horizonte
Marina De Caro


Reseñas

El conejo / Martín Rodriguez
Santiago Llach

La curva del eco /
Reynaldo Jiménez

Mario Arteca

 

 

VOX virtual Nº 9. Marzo 2002 - Bahía Blanca, Buenos Aires, Argentina.
Editores: Sergio Raimondi - Marcelo Díaz - Gustavo López - Sebastián Morfes.
Diseño de portada: Christian Díaz. Email: voxvirtual@yahoo.com.ar. Números anteriores: www.revistavox.org.ar
suscripción gratuita: voxvirtual-alta@eListas.net

 

 

Inéditos

 

Ariel Williams

Cielorraso y compañía

 

De El Padre del Suenio (segunda parte de Conurbano Sur)



I
¡Velador con una misia lú,
estás áhi todávia !
Podemo travesarte nun viaje
de las duermevela.
Non hacíamo a la duermevela
y dentrábamo nla noche acostada.
Ahí había como ocho noches
durmiendo junta,
cada una queriendo ser su oscuridá
( de quién.)


Había el agua clarita de las noche
y las luz.
Las luz estaban ahí, y las noche
querían dormir,
pero las clarita eran ¡má brava !
Cada señora lú venía d´unvelador
( y pedorreaban dentro lapantalla,
nadien podía echarse en su hondo.)


Los velador mandaban una poliya
que te carcomía la noche ´e la mediacara,
te dejaba el lado oscuro
y te decía que “medianoche han dado”.
Y sereno.








II
Don´t lívida ma cuerpalma.
Do not lívida.
Cuerpa-mulalma, vienes
de los suenio
y arrastras tantos cuerpos
cansados.
Don´t iu lívida.
Tanto cuerpo aburrido que traes
dentre tus grise,
tanta leche de la muerte quieta
quieren tus ubre.
Don´t iu lívida, mula, ma cuerpalma;
del entramao de cierto umbilico
vinistes,
allá en la esquina de tu envoltorio
quedará alguna larva del ombligo,
alguna que no quiso ser yo
y quiso,
désas que áura nomás andan haciendo
agujeros
en los umbro acolchonaos del cerebelo.
Cuando vienen los Umbros y dicen “yo”,
degollando.


Do not lívida.








VII
Había una mosca del dormire
para quien tenía un sueño padre.
Lenfermedás dellsuéneo
nun moscatto marca tsé-tsé,
vino adulterao de lo dormidoss.


Y nadie sabe del que se dormítes
dentro lo yuyo (perreces nuestras);
picao den la mosca celebral,
te fuites denterrano un cielo
ande lángel era padre y senior nuestro,
augusto dentre sus vineces y choclos,
aurora den le barro ´e Locielos.


Quisítes decil-le “anónimo”
(yo no quisí),
quisítes decil-le cómo salía un sol
en el manto má triste dell olvido,
la frazada de la Carnenluz soñita.


Pero nada salió del agujero oscuro
del tu Vientrejesús.

 

 

 

De Cielorraso y Compañía

VII


Aunque en los centro del centro viven
un señor que sólo fumás,
de que no hace otra cosa-cosa mas fumar
e pensar en lo cadávere vivo hundido
dan lo barro, dan la sal-muera de la vida.
Acostumbrado a causalidade de napas
de barros.








VIII


La otra noche vinieron lo mameluco
de "cielorraso et companía" et lo arrancaro
a mi viejo ´la catrera e se lo llevaro
pa pintarlo y decirle chau.
E agora el viejo está en capiya,
persona seria celeste,
aplanada cielorraso.
Pero no cuando lo fui a ver su paz última, no.
Sentí de que en su ojo espirituale azule
gritaba y lloraba y pataleaba
un cuerpo perdido en los barros
et i me desconsolé ¡tanto!








IX


Et quel pensamiento
es como un perro mojao en la yuvia,
que non llegará a destinos
porque era cacadore,
y las dulcemente aguas caídas
le habían rruinado el olfato.








X


De cuando fizimos una travessía,ConLau,
a los tristes imperios del barro:
lo inmediatamente abrido,cerrába-se,
caían rápido blanda detrás las cuevas.
Et unos pelaos ancianos, sentados,
inclinaban-se,con las palas,
paramurmurando cantos tristíssimo
abrirnos las Cuevas del Paso,
y luego dejar la pala a un costado y apoyar,
mano en rodilla, esperando
nuevamente su silencio dentre las materias
que les caían.
Et esos eran los cuerpos tristes olvidados
para siempre.


Agora llegamo a la sospecha de que:
los mimmo viejo eran el barro,
et que abrían las cueva nlacarne
de los otro viejo acumulado.
De que:si abrías un hueco,
paleabas cabezas, piernas. Seguro.
Y otros enseres corporale.
Y assí era que a cada paleador
les tocaba, alguna vez,
ser paleado y desmembrado
hata último-último.








XI


Fue ansí como el Cotidiano,quera,
dentró en la curtiembre.
Todo retazo de curtidura muerta,
felpa noche,
medias rese con un solojo reseco,
curtido cortado,
mirando pabajo a la tierranoche.
Porque parriba apuntabas a las carne.


Assaltado de visagra de dos mundos,
señor-res,
arricordáte y salí
dentrel humo de tu propia decesión
y muerte:
má fallido y fenescido no starás,
que agora.
Regolverás l´ojo dentro la gelatina
quetengolviero;
tremblarás,de la carne desunida,
como a nosotro.


La población del barro non ladra pero muerde;
pero su hermosura sólo se sabrá
nunca.










De Lomasombra

3.
como el amigo que pasó al otro lado
está en la zona de los pálidos,
yo viajo para ser él,
sus notables costillas cuadradas,
su espíritu ancho bajo el agua, nadando
con los brazos rojos
hasta encontrar la superficie de limo
y caminar sobre ella con pies de sílaba








4.
a veces voy por las rutas blancas,
entro en los pueblos, azul, tres arroyos,
de los que acaba de irse, dejando
la escritura de su paso:
nombres falsos en hoteles, cuentas
y cigarrillos apagados, putas
seducidas, cuartos llenos de olor
a humo y a naranjas,
un hombre muerto una vez, en un tugurio;


sus pasos no entendiendo el mundo,
al lado de lo que yo debería haber vivido








6.
pasillos fríos, habitaciones penumbras,
lámparas acostadas en el barro del piso,
un grafitti en el fondo de una lata
que dice “lenguayo”:
imagino un pez chato en el fondo,
imagino una sombra que se fue
y dejó las huellas de sus sílabas
gusaneando en la tierra








7.
llego también tarde a tornquist,
donde me abren habitaciones claras
y camas frescas, luz
donde desayuno perdiz con pimienta
y leche fría;
el aire de la mañana parece agua tibia;


encuentro en un fogón papeles negros
con escamas pegadas en el margen
como si fueran huellas digitales;
por un segundo, los peces finos como láminas
se escapan, gotean
por el borde de las hojas,
se hunden en la ceniza

 

Ariel Williams naciò en Trelew el 14 de marzo de 1967. Es licenciado en letras, egresado de la U.B.A, y trabaja de docente secundario y universitario en la Universidad Nacional de la Patagonia. Tiene un solo libro editado, Viaje al anverso. Su segundo libro, Conurbano Sur, será publicado en breve por Revuelto Magallanes. Vive en Puerto Madryn y es integrante del grupo literario "Verbo Copihue".

[Índice] [Principio del poema]

 

 

Lenguayo / Mario Ortiz
Sobre los poemas de Ariel Williams

 

En último tercio del siglo XIX surgieron diversos intentos de formulación de un lenguaje artificial que pudiese ser hablado en todo el mundo, una aventura que hubiese dado buen tema para algún cuento de Borges. Los más conocidos de esos lenguajes son el volapuk, y el que alcanzó una mayor difusión, el esperanto, al punto tal de que para 1950 había asociaciones de esperantistas instaladas en casi todos los países. Las intenciones últimas de semejante empresa habría que rastrearlas, posiblemente más que en un intento filantrópico de comunicación global "before Babel", en la fase expansiva colonialista del capitalismo europeo: se sabe que todo imperialismo político requiere y conlleva un imperialismo lingüístico, y así lo entendió Nebrija cuando en 1492 ofrece a los Reyes Católicos la primer gramática castellana, y primera también de una lengua europea moderna. (Casi cinco siglos después el Generalísimo Francisco Franco Bahamonde y Salgado prohibe el uso del catalán)

Pero el esfuerzo de los esperantistas fue inútil, fundamentalmente porque la lengua universal ya existe desde hace rato - el inglés, obviamente, o el americano para ser más concretos - , impuesta por el mayor imperio de la historia de la humanidad: la Lengua Uno del Pensamiento Uno que expresa los principios vencedores de la democracia mercadotécnica.

Se sabe que el esperanto era una especie gran batido lingüístico en el que se mezclaban proporciones más o menos iguales de raíces y flexiones gramaticales de las principales lenguas europeas. Y una buena parte de los textos de Williams están escritos en una especie de seudo esperanto con una fuerte base argentina, de ese lenguaje argentino que escribía el personaje semianalfabeto de César Bruto. “Don´t lívida ma cuerpalma” El inglés “don´t” junto a al posesivo francés “ma”, un adjetivo castellano, y una palabra compuesta o conglomerado de sustantivos “cuerpo/alma” que produce un destello al unir los dos términos que tradicionalmente Occidente consideró antagónicos.

Podríamos seguir con la lista, y en el poema VII encontramos “dentro lo yuyo” (con “s” elidida propia del habla coloquial); un verso más arriba “nun moscatto” verosímilmente italianizante, y algunos versos más abajo “yo no quisí”, alteración propia del habla infantil que no reconoce los verbos irregulares. Por si faltaba algo, en el poema VI del libro “Cielorraso y Compañía” encontramos “juntad” y “encontraréis”.

Desde un punto de vista ideológico quizá podría pensarse que Williams apela a un terrorismo lingüístico que pone en crisis la pretendida universalidad de una Lengua Uno, y lo hace por vía de la parodia con un esperanto trucho. Pero en realidad hay otra lectura que también me gusta hacer, y es la de que Williams está haciendo una de las cosas más altas que puede hacer un poeta, y es la de inventarse un lenguaje propio, intransferible e irreductible, a su vez, a toda lectura ideológica. En tal sentido, aunque los poemas de “Un viajero” pertenecientes a su libro “Lomasombra” no están escritos en este lenguaje propio, sin embargo de algún modo lo está tematizando allí donde hay “un graffiti en el fondo de una lata / que dice ‘lenguayo’” (poema 6) donde el lenguaje se vuelve carne del espíritu santo y puede caminar sobre el limo con pies de sílaba.

[Índice] [Principio del comentario]

 

 

Fernanda Laguna

Tatuada para siempre

 

El gran baile

Estoy en Comodor, sola, por comer, escuchando música, escuchando musas. La pista está llena, todos bailan y en las mesas todos comen pollo.

 

Menú
pollo a la scarparo con arvejas
panqueque de dulce de leche o nueces
café o capuchino
cerveza o vino

Pusieron una musa morochita arriba del parlante que baila suavemente. Gasas... es una odalisca que estudió en alguna academia de danzas. Se nota, no se mueve con naturalidad y está un poco desorientada con la música porque es un poco cortada.

Me trajeron la cervecita. Medio litrito para mí solita. La odalisca baja, se droga y vuelve al parlante. Hoy por la mañana mientras compraba productos en el barrio del once un vendedor me ofreció papel glasé metalizado y me pareció precioso, un paquete compacto de brillos espejados. El muchacho me comentó que servía para la falopa. “¡Se vende muy bien!”, agregó la dueña del local entusiasmada. “Ah... sí... la próxima vez lo compro”, le dije.

La odalisca ya no sabe lo que hace, pasó de las danzas árabes a mover los brazos en lo alto balanceándolos de derecha a izquierda, y de izquierda a derecha. Agacharse, tomarse de las rodillas (siguiendo la onda de vaivén) mostrando la bombacha blanca. Un chico se le acerca y le pone plata en el taco, pero como ella ni lo ve, se le cae al piso. El chico levanta la plata y se la lleva. Música soul para el alma, música expresiva y sensual que conecta a la gente.

Entra una parejita de muchachos con remeras negras de Iron Maiden, pelo largo con rulitos y van directo a la pista. El más alto le saca la campera de cuero a su amigo y bailan muy cerca seduciéndose. Charlan un poco y ríen bastante. Se miran constantemente, se deslizan detrás de una pared girando en un abrazo de boxeadores y los pierdo de vista. Pasan cinco minutos y no veo nada interesante. Medio litro en un vaso de plástico no es nada. ¡Qué increíble! Sin maníes me pega más y más... Pienso un ratito en María Moreno, después en L. Y después me saca de mis pensamientos altamente sensuales una música muy mística de tambores y guitarras distorsionadas. Detengo mi mirada en la odalisca y está tirada sobre el parlante fumando un cigarro, un pucho como diría Cecilia. Pienso en Cecilia, pienso en la playa, en Brasil, en la gente maravillosa de ese país tan caluroso, sofocante. Me sumerjo en recuerdos muy vistosos: mucho rojo, marrón, verde, amarillo, rosa y blanco. Esmeraldas, lentejuelas, azulejos, máscaras africanas. Veo una playa que se acerca. Haciendo foco distingo gente al sol, microbikinis y zungas de lycra de variados colores. Los veo moverse al ritmo de la música de Comodor, recuerdos musicalizados por dj Amor.

En el primer sorbo de cerveza pensé que era demasiado una cerveza de cuatro pesos y ahora que me queda apenas un tercio de vasito, me parece tan poca, tan poquitita, un sorbito. La música de tambores continúa. En la pista la gente está en cuatro patos. Un chico y una chica cogen como si nada, nadie los mira y a mí me parece increíble. Veo estupefacta como él le mete la pija y se la saca (con preservativo). Los demás hacen la posición del gato y ahora están todos en ronda gateando. Encorvan sus espaldas y las arquean intentando tocar con el ombligo el piso, avanzan dos pasos y vuelven a encorvarse. Luego giran y avanzan en sentido contrario. Giran majestuosos y se dirigen hacia el centro. Allí se toman de las manos y quedan arrodillados, levantan las manos bruscamente. Se elongan y vuelven a bajar. Las levantan nuevamente y se tiran hacia atrás. Ahora acostados giran sobre el piso con los pies apuntados hacia el centro, haciéndose cosquillitas. La escena es preciosa. Por la puerta que conduce a la pista entran cinco hombres-gato siamés que bailan un minué espectacular.

¡Qué felicidad! La odalisca ni mira, se recostó sobre el parlante dejando caer su cabeza por el costado y ahora comenzó a babearse. La bola disco está girando y la música se hizo playera, una buena mezcla de Marley con the Ventures. Los danzarines se incorporan rápidamente y bailan como si fuera una tarantela, giran y aplauden, cambian de pareja, se besan y vuelven a cambiar. La parejita que cogía ya acabó y el muchacho se acerca a tirar el preservativo anudado en el cenicero alto que está contra la pared del restaurante. Los comensales se besan en la boca pasándose arvejas con la lengua. En todas las mesas hay parejas de enamorados que se dan de comer grandes pedazos de pollo y trocitos de panceta que toman con sus dedos. Canta una musa con su guitarra acompañada por un coro de niños.

En mi mesa no hay nadie. En mi mesa estoy yo con un fondito de cerveza, con este cuaderno, un paquete de cigarrillos, una tarjeta de invitación a una cena gratis, cuatro tenedores (tres sin uso), cuatro servilletas (dos sin uso), un cenicero, una velita que titila alegremente, mi mochila en una de las cuatro sillas (en otra me encuentro yo) y recientemente me acompaña una picadita compuesta por una crema blanca coronando a cinco o seis tostadas con petalitos encima.

Mi silla es un sillón
en la platea más cara
en la platea más solitaria del teatro.

Un joven apuesto está sentado en una mesa cercana a la mía y a pesar de que está solo a mí no me atrae, aparte pareciera que esperara a alguien, ¿una chica quizá? Sí, evidentemente espera a la odalisca, pero ella me parece que no tiene muchas ganas de cenar. Le trajeron una almohada y se acomodó en el parlante. Le trajeron otro parlante para que pueda acostarse y puso un cartel: “No molestar por favor”.

¿Qué pasa con mi pollo que no llega? Me fumé tres Pavón, “Cecilia, Cecilia, Cecilia”. Veo aparecer por detrás de la pared al tecladista de Adicta ex San Martín Vampire. Rubio, bailando con los ojos cerrados, de la mano con cuatro chicas. Las chicas lo tocan y yo también, con la mirada. Con mis ojazos entrecerrados disparo dos manos largas, muy largas, que lo acarician suavemente, sobre todo en el pelo que es lo que más me gusta de él. Las otras cuatro lo empujan hacia la pared de donde habían salido y yo con mis manos largas intento retenerlo. Entrecierro más los ojos para ver si tengo más brazo adentro, pero no, no logro llegar a él y pierdo contacto.

Ahora subió a las bateas dj Rogelio, un dj traído especialmente desde Caracas y con Rogelio llegó mi pollo. Cuarto de pollo, pechuga con pata. Está tan tierno que no necesito usar cuchillo, se deshace apenas lo pincho, es casi una crema. Del pollo me tocó la parte que trae el huesito de la buena suerte, lo limpio bien con la servilleta y con el cuchillo lo raspo un poco. Como no tengo con quién tirarlo me engancho una de las extremidades del huesito con la zapatilla y yo agarro de la otra. Mis tres deseos son: divertirme sola o acompañada, divertirme y sentirme linda, y divertirme en general. Los de la zapatilla son: divertirse conmigo (tres veces). La zapatilla presiona el hueso contra el piso y yo tiro con fuerza en sentido contrario. Levanto mi mano, abro los ojos y me quedo un rato contemplando el misterio de la fortuna.

Veo aparecer en la herida del hueso (que se sacrificó por mi buena suerte) otra época. Un jardín lleno de estrellas verdes que forman claramente el ascendente de mi signo del zodíaco, dos anillos con forma de corazón entrelazados sosteniendo a una pálida rosa y a un rollito de papel que dice: “augurio del amor afortunado, cortés y coqueto”.

 

 

La prueba del borracho

En el baño todo es limpio. La canastita de la empleada está llena de monedas y billetes de dos pesos. La señora ha cortado papel y toallitas y con ellas ha hecho fabulosos origamis. A todos nos dan ganas de poner plata y yo pongo, poseída por la visión de la pulcritud, todas las monedas que traje, un peso con ochenta y cinco centavos (más o menos). La prueba del borracho: ir al baño. Prueba resumida: fui, saludé a los cocineros con la mano y un hola. Me besé con una chica creyendo que la conocía, me besé con otras creyendo que me conocían, y con otra en la boca porque me confundí. No cerré la puerta del toilette. Se me cayó el origami al inodoro antes de secarme y se me mojó un poquito el pantalón. Pasé por delante de la mesa donde comían los mozos, y a pesar de que me sentía levemente inclinada hacia la derecha pude coordinar todos los movimientos: las piernas que caminaban con las manos que saludaban y mi boca que decía “hola, la estoy pasando muy bien”.

Saludaron todos casi a la vez y yo seguí. Atravesé la pista imperceptiblemente rozando la pared con mi mano. Vi la silla, me senté. No vi mi pollo y me di cuenta que era la mesa del hombre solo, que seguramente había ido al baño también. Me levanté rígida y vi mi silla y sentándome con distinción me desplomé sobre el respaldo. No se si aprobé la prueba, pero al menos la completé.

Beso a mi cuaderno que fielmente me esperó abierto. Miro a los cigarrillos y pienso en el postre . “Los cigarrillos después” me digo.

·         Otro puchito linda?- Me dice una voz que proviene de mis adentros

·         Bueno... si me lo prendés – Le contesto

·         Cómo no, dulce

·         Pero después el panquequito

·         Sí, y después el baile

·         Bueno, me parece bien.

Un pucho sin cerveza va a ser demaciado seco. ¿Y si le pido al mozo un poquito más de cerveza para acompañar al cigarrillo? Me acerco a la barra:

·         Me darías un poquito de cerveza, o agua o cerveza? Es que no traje mucha plata, bueno y ...

El mozo no me responde y me da medio vaso de cerveza tirada. ¡Perfecto! Me siento, enciendo el cuarto y último tabaco y pienso “Cada ser humano es una posibilidad de hacerse un amigo, un novio o novia, un colega”.

 

 

El dueño del bar-restaurante-discoteque

Me parece que el dueño del bar es el que va de mesa en mesa, con su trago rojo con pajita, charlando y palmeando en la espalda a los muchachos, saludando desde lejos con la mano como diciendo pare. Morocho, robusto, de patillas crecidas, camisa y pantalón negro. Sí, es él. Habla en señas con los mozos, gesticula, está atento a todo. ¿Será él el que me dio esta tarjeta de invitación para cenar gratis? Quizá me reconozca y venga a saludarme también. Casi. Pasa a pocos centímetros de mi mesa, me mira, lo miro y sigue de largo hacia la barra. De repente me empieza a correr un escalofrío por todo el cuerpo. No puedo frenar el temblor de mis heladas manos que intentan tomar la tarjeta . Al lograrlo veo que la tarjeta cena-gratis dice claramente agosto y hoy es 24 de septiembre. Pienso en la escena que hace breves instantes viví: el dueño del bar no me reconoce. Pienso “tarjeta vencida, dueño de bar que no me conoce”. ¿De dónde saqué esta invitación? Comienzo a mirar para todos lados a ver si reconozco a alguien que me la podría haber llegado a dar hace un mes. Quizás algún sub dueño o un relaciones públicas. Descarto a todos, uno por uno hasta que recuerdo: la odalisca dormida y drogada que está arriba del parlante.

Sí, cuando fue la pasada de música de Agencia de Viajes, me acuerdo que una chica se me acercó mientras yo bailaba con mi grupo de amigos y me susurró en el oído un zumbido, algo así cómo “vení”. Yo fui detrás de ella a una salita muy pequeña dónde había un proyector de diapositivas con una diapo fija hecha de radiografía celeste quemada y pintada a pincel gestual. Celeste el fondo (la radiografía), marrón (lo quemado), naranja y violeta (las pinceladas).

La odalisca, que esa noche no estaba vestida como tal, volvió a susurrarme algo así como “Podemos charlar si querés” y yo le dije “¿De qué?”. No insistió más. Sacó una tarjeta del bolsillo de su campera, garabateó detrás CENA-GRATIS e hizo una firma que no especificaba nada. Nos despedimos y yo me fui a bailar con mis amigos guardando la tarjeta en mi jean.

Miro la tarjeta y sí, CENA-GRATIS y un mamarracho que no especifica nada.

 

Fernanda Laguna: es poeta y plástica: Nació en 1974.

[Índice] [Orilla de la laguna]

 

 

Mara Rosenfeld

¡Vaga beduino!

 

 

Como hija del sol
Acepté sentarme en este recuerdo

 

 

 

Aquel lugar que olía a tierra
tiempo suspendido
Casas bajas
Cielo de promesas
Doscaminos.

 

 

 

Se escucha pie de guerra
Alguien dijo confirmada
Balearon la casa del dirigente palestino
Secuestran tres soldados y los degollan
Huele miedo
Odio
Llanto
De mi suspiro y sobre todo amo
Me escondo para amar

 

 

 

Quiero guardarte en una cajita
Poner en medio una varillita
Y usarte de maraca

 

 

 

 

Ojos de miel y tierra

Lejanos por entre las montañas
De fondo dulce empalagoso
Disimulado furia y
Escape
Alcohol mucho alcohol
Para continuar con las costumbres
Has construido tu casa
Aun así
¡Vaga beduino!

 

 

 

Algo rozó mi sueño. Debe de ser la lluvia
Si dices que no fue tu sombra

 

 

 

 

Como las dos estrellas
Los dos dioses
Que vigilan
De los dos soy un poquito
Como de rayitas negras caminando

 

 

 

Un alarido de vela
Me avisó de su partida

 

 

 

Parto de aquí
Partes estoy
Partida nueva
Dos
Sobre un mar celeste

 

 

 

Hay muchas luces
De a ratos
Y huele a mañana
Mi ceremonia es la más hermosa

 

 

 

Mara Rosenfeld nació en Capital Federal en 1978. Vivió durante largas temporadas en Israel. Tiene muchos poemas inéditos.

[Índice] [Principio del poema]

 

 

Los poemas de Mara / Roberta Iannamico

 

Bueno, lo que yo veo de los poemas de Mara es que son muy suaves, muy seductores, románticos. Algunos son como suspiros. Hablan del amor, del placer y del dolor del amor. Y también de la soledad, vivida de un modo luminoso o melancólico, suave, placentero, lujoso, como una reina o una enamorada. Esa suavidad seductora embellece a la tristeza y a la alegría la vuelve luz, ceremonia. De repente todo se oscurece, dos caminos mentirosos, infinitas puertas, caminos oscuros y caminos blancos. Pero hay dos dioses que vigilan. Dioses enamorados. Brillantes, nocturnos, inocentes. Dos estrellas que alumbran el camino del amor, que salva, aunque no todas sean rosas.

La suavidad del amor : una sombra que roza un sueño. La tristeza del amor, la tristeza máxima: “ya soy triste y sin acción, una marioneta”. El que empieza diciendo “Se enreda con sal...” es perfecto. Es el poema de un momento mágico de amor, de deseo, de seducción. El juego del amor, la ceremonia del amor, sufrir de amor feliz: “se esconde y brilla”, “lagrimea con el roce y roba sonrisas”. Es fuerte ese poema callejero (camino para atrás) con suspiro, algo oscuro, miedo, un hombre, bajada de ojos: seducción. El poema de la maraquita me encanta. Tiene mucha gracia, mucha picardía. También la pasión del amor, casi de película: oriente, peligro, pasiones y odios, furia, escape, alcohol mucho alcohol, miel y tierra, ojos, hombre, animal, bello amante, beso. En el medio de la guerra, del desastre, los dos dioses propician el milagro: suspirar y amar, esconderse para amar. Partir es partirse, dejar una parte en el otro, un parto. Me gusta cuando dice “dos, sobre un mar celeste.”

[Índice][Principio del comentario]

 

 

 

Reseñas

 

 

Desde la granja / Santiago Llach

El conejo / Martín Rodriguez,
Ediciones Del Diego.Buenos Aires 2001.

 

Hay una frase que escribió hace unos años Francisco Madariaga: “yo grabé el orden bárbaro”. Lo que hacen las palabras, en efecto, es configurar una relación con el Estado. El conejo se procura la historia de un conejo doméstico, que “un día apareció” pero no espontáneo, se aclara dos versos más abajo, sino fruto de una transa en el mercado. Un conejo comprado, entonces, que se hace doméstico y, acorralado, es objeto y testigo del funcionamiento de una familia. Su jardín, su bosque, su orden bárbaro, él los trae ahí para entablar regateos mudos con esa familia que mira y lo mira.

Lo único que anuncia en el primer verso la aparición repetida del conejo, sin decirlo, es su desaparición inexorable: es el destino rápido de los conejos domésticos, que aunque traigan su orden bárbaro grabado en el corazón y en la memoria, desisten de esa vida módica. La conclusión es escéptica: “mínimo confort y mínima aventura”. Quizá la forma circular del poema exigía un final, que en la poesía, ejercicio concentrado de la persuasión, debe ser triste.

Pero lo que ha quedado son escenas. “Nosotros detrás del acrílico reímos”. El conejo ofrece su vida para la risa de la familia. La muerte, banal y sentida, es también el rito por el cual la vida de la familia es narrada. La impiedad insolente de la familia siempre acalla a la poesía-conejo, pura letra sin voz, y le da el destino de un ritual secreto; pero la poesía-conejo, como una revolución que a su paso sofoca otras revoluciones, empeñada en tatuar sus obsesiones, habla sólo de la familia y hasta lleva paz a su guerra.

El poema presenta una forma inhabitual en la obra de MR. Tanto agua negra y natatorio como los inéditos lampiño y vapor son series extensas y compactas de poemas breves, que frecuentan tonos y temas emparentados y de aire familiar pero que de ningún modo narran, como ocurre en El conejo, una historia unitaria. El formato trae reminiscencias literarias: el cruce de las viejas fábulas animales con las variaciones en torno a un ser vivo que intentaron desde Williams hasta, más cerca, Iannamico. La estructura delimita también una moderada experimentación técnica (fragmentos de citas, cambios del punto de vista, versos largos y prositas) que MR tampoco frecuenta en el resto de sus obras.

Pero estas novedades formales no ocluyen el intento persistente de enhebrar una lírica forjada en la afirmación, certera y a veces escamoteada, de una sensibilidad subjetiva. Alguien que escribe, y que confía en la fuerza de las imágenes convocadas por los sonidos; en este caso, la imagen vivaz de un conejo. ¿Qué contiene la cabeza del conejo, asustado pero también espejado por lo que ve? “Guardamos en la memoria imágenes de cacería”.

La violencia vivida del corte en el balbuceo, la aparición de la madre y del padre, se ven apaciguada por los diálogos que sus textos entablan con las mujeres. En agua negra, la abuela que “miraba la tele” y la nena que levantaba su vestido, en natatorio, sus primas poetas “verónica marina lucía”, “parientas de agua” que siembran una “semilla de separación”, y también la que pide minuto en la violación y la señorita que “viene a la rastra” y que dice: “¿me harías eso a mí?”. El conejo, como una oleada que repone el balbuceo cortado, recoge también un murmullo siempre presente: un murmullo multiplicado que disuelve a la madre en muchas, y lo hace murmullo de las madres, “las alicias + 1”, diría Jean Lewinski. Ese rumor, no exento de violencia pero portador de una palabra que restablece, es también un diálogo literario donde resuenan, tal vez, las voces de Diana Bellessi (evidente en ese “conejo más grande que se come al chico de un bocado”, escrito ya en Tributo del mudo: “Devora / la hormiga grande / a la chica”) y de Alicia Genovese (¿no remite, por ejemplo, “al borde del lago se mira el rostro de miles de años” al “río que mana elemental” de El borde es un río?).

Aunque el padre y la madre no aparecen tanto como en los libros nombrados, el filamento agitado de lo doméstico vira con analogías que no temen aludir a la experiencia política. La poesía, con su retórica demorada y su aliento de otro orden, sagrado tal vez (sagrado, acá, como lo que imparte la memoria del pueblo), se arma una percepción propia, asediada por la realidad pero persistente en su sesgo sensible. Sin embargo, dibuja, otra vez, escenas. La guerra que libran los diálogos con el padre y con la madre son el flujo de la sangre que cocina lentamente, en la serie de lo que ahora son recuerdos infantiles, una conciencia política. La familia en armas: la guerra familiar no es en MR un desgarro interior, sino una especie de armada conjunta de los vínculos filiales; la poesía no es la zona donde se entablan pactos ni donde se plantean estrategias, sino las líneas puras donde puede ofrecerse la mirada comprensiva de una historia masticada largo tiempo, donde la guerra biológica no se padece, se adquiere: “el hijo anfibio / que sobrevivió / cuando todo esto era el mar”.

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Lento fundido / Mario Arteca

La curva del eco / Reynaldo Jiménez.
Tsé-Tsé, Buenos Aires, 2001.

Insertar la palabra y desmentirla hasta el tuétano, parece ser la mecánica, la política de Reynaldo Jiménez en La curva del eco, texto cuyo propósito pareciera ser el de desmalezar el núcleo de la palabra en funcionamiento. Pero hablar de propósitos tal vez no sea muy adecuado, ya que nada estaría inscripto de antemano. La curva del eco muestra un desdecir de la frase devenida verso y vuelta frase, en un doble movimiento de regreso-salida-regreso al punto de partida. Sin embargo, lo que gobierna a La curva del eco es el sentido del fade, es decir, una manera sigilosa de retirar el sonido y despojarlo de atributos hasta hacerlo pura circunspección. Y también, de la misma manera, regresarlo, hacerlo evolucionar: de la nada completa, discoidal, al ruido posible, al entramado fijo y deslizante como si las palabras armaran un arco voltaico fantasma que reverbera.

La escritura se dirige así hacia el silencio, del que se sale en oleadas de interferencias, irrupciones, bordeando con mucho el perímetro del poema.

La índole del eco, entonces, supone la eventualidad de poner en escena ese fade que lo instituye. Se trata de propagar una frase o un grito sobre el desplazamiento de la masa de aire, hacia ese vacío de aire con cierto sentido de finitud, aunque también de renuevo, en los distintos planos de repitencia que sobrevive a toda resonancia. Así se lee en “Bazar en el retablo”, uno de los extensos poemas del libro, “un segundo después se achica el tiempo/ me empino hasta su borde para escucharlo/ y me rasca de su abollado fondo/ de continuo perderse y de estar cierto”. Esa resonancia antimimética de los poemas de Jiménez sucede entre los remanentes de un mismo pliegue infinito, donde la búsqueda del centro de atención del poema se desintegra a medida que avanza, revira, transcurre hacia adelante. No es que Jiménez trabaje montado en la mecánica de la dispersión, sino que los poemas de La curva del eco interesan el sustento informe que los amplifica. En ese sentido, el constructivismo verbal de esos textos se vuelve horizontal, se desentiende de cualquier énfasis meramente poético, y atrofia cualquier impacto de cristalización. Cambio de centro y confianza en la superposición que no conduce a una irrelevante polisemia, porque no hay tal cosa. En el libro de Reynaldo Jiménez las imágenes cargan sentido por sí mismo, no reproducen otra cosa que la forma que las contienen. Es un arco de sal movido por Lezama, pero en fotograma. No estamos frente a un poeta de la proliferación (aunque a simple lectura eso pareciera), sino de la dilación. Jiménez intenta retrasar la salida de las palabras con el objeto de evaluarlas a medida que suceden, y establecer con ello un ritmo por orden de aparición. Se percibe entonces la sensación de permanente suspensión de la lengua, como si el texto y sus voces acordaran un pacto temporal, en ralentí.

La curva del eco, entonces, afianza cierto camino de ascensión de la poética de Jiménez, aunque se trata de una elevación hacia los márgenes, como la superficie de un estanque aún no conmovido por cualquier otra presencia que no fuese un litigio templado. El camino emprendido desde Tatuajes hasta Musgo, aún inédito (pasando por Eléctrico y despojo, Las miniaturas, Ruido incidental/El té, 600 puertas y La curva del eco) es el de un escritor que encontró su lenguaje. Sus textos muestran cómo se puede inscribir una escritura por fuera de los acontecimientos que la menguan, haciendo oídos sordos a cualquier aspiración normativa de la lengua. Por eso, La curva del eco se incluye en una familia poética alejada del sentido de frontera que tanto disgusta a nuestro autor, e instala una heráldica (“un código de segundo grado”, diría Nicolás Rosa) que pone al día la figura del secreto y a la par lo transforma.

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Arte

 

 

Tandil se mueve

 

Pasado el revuelo que generaron las obras exhibidas en el tradicional salón de Arte Sacro del 2001, el Museo Municipal de Arte de Tandil continúa con la excelente política de exposiciones y gestiones culturales impulsada por su nuevo Director Cristian Segura.

Arrancó la temporada con una muestra cojonuda, como diría un gallego amigo. “Sortilegio” reúne a artistas de distintas vertientes como Sergio Avelo, Fabián Burgos, el platense Mario Chierico y la singular Karina el Azem entre otros, con la finalidad de reformular los supuestos sobre abstracción y figuración. Dice Segura al respecto de esta pluralidad: “Las obras abarcan una perspectiva disímil y representativa sobre las producciones no narrativas actuales argentinas, y pretende dar cuenta de una curiosa contaminación o coincidencia estética con los artistas precursores de nuestras formas de abstracción, en especial del arte concreto en los años ‘40.”

La muestra, que sigue su viaje hacia Mar del Plata, es otro ejemplo de cómo paulatinamente la producción artística contemporánea al cuidado de buenos ojos se proyecta por nuevos y calificados circuitos de circulación.

La curadora de la muestra Patricia Rizzo escribió para el catálogo esto:

 

 

 

Sortilegio en Tandil / Patricia Rizzo

"Abstracción puede describirse como la capacidad de convertir las formas de la experiencia no comprendidas en expresiones de significado alegórico, como consecuencia de la cualidad fundamentalmente irracional de la creación artística"

 

Dividir la producción de arte actual entre figuración y abstracción o entre obras narrativas y no representativas es un concepto perimido. Por otro lado, ¿qué es abstracción? Una tendencia artística que se caracteriza porque en la pintura, en la escultura, o bajo cualquier soporte, "no hay nada representado". Según esta lectura, existirían dos tipos diferentes de obras de arte: las que tienen una lectura tomando como referencia el mundo de nuestra experiencia sensorial, y las que no.

 

Sin embargo, siempre parece haber algo representado, aún si remite al fragmento más subjetivo del imaginario del artista. Por otro lado, el que una forma artística actúe en forma "representativa" o no, depende a menudo del contexto en el cual es observada y de los conocimientos previos con los cuales el espectador se aproxima a ella. Y si bien se puede afirmar que ciertas producciones no hacen referencia a ninguna realidad, no se puede trazar una división muy clara entre arte narrativo y no narrativo.

 

Aún así, todavía es posible encontrar características y analogías que se suceden en manifestaciones muy distintas que se encuadran en propuestas que pueden definirse dentro de un concepto de abstracción. Tanto en artistas que trabajan con propuestas ligadas a lo ornamental, en aquellos que indagan en las posibilidades del diseño, en variados lenguajes derivados del imaginario personal, en los diferentes efectos logrados a través de los juegos ópticos, por formas geométricas (como los que incursionan a través de poéticas individuales); aunque todos parecen estar hoy muy lejos de las motivaciones utópicas propuestas por nuestras llamadas "vanguardias".

 

Los artistas que producen actualmente obras no narrativas responden a tendencias muy diversas. Muchos de ellos han encontrado en los iniciadores referentes, y tienen una mirada de elevado respeto hacia sus producciones, pero en la revisión de sus motivaciones en la mayoría de los casos se trata de coincidencias estéticas, más que de una corriente de pensamiento en analogía.

 

De una mirada sobre estas producciones actuales, surgió la idea de Sortilegio. Los móviles estéticos de los artistas representados difieren casi completamente de los discursos propuestos por los artistas precursores de nuestras formas de abstracción. Es muy curiosa la comprobación de que formalmente en algunos casos se ha llegado a resultados similares desde caminos singularmente opuestos. Desde las búsquedas ligadas al rigor matemático hasta la poética fascinación por las posibilidades en la indagación del color -en otra ocasión que comprueba que los opuestos frecuentemente se tocan- pueden observarse analogías estéticas.

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Bahía Blanca fue un happening / Rafael Cippolini

  

Si resulta fiable el calendario, el inigualable desastre (como pide Blanchot, no me refiero sino a cierta dispersión violenta de astros que enloquece al zodíaco) que fue génesis y matriz del film más innovador de la vanguardia bahiablanquense de los desquiciados sesenta, tuvo lugar en el verano de 1969, en un bar justo al lado de Colón 80, o sea, del predio del actual Rectorado de la Universidad del Sur, así como también en una ya casi legendaria peluquería de dos pisos, asimismo sobre la transitada Colón, pero al lado del Arzobispado. El peluquero, Mario Pieri, hijo de griegos, estuvo encantado del proyecto, que consistía en transformar su sitio de trabajo en una demoníaca boite. No en otro espacio sucedió eso que logra que la Misa Gnóstica de Aleister Crowley parezca en comparación la elección de una tierna piñata para el Día del Niño en un Kindergarten.

El escenario elegido para el rodaje total fue la misma ciudad. Veinte actores animaron el celuloide definitivo (fue filmada en 8 mm, blanco y negro).

Veinte actores irreconocibles: cada uno de ellos tuvo sobre su cabeza una capucha negra, similar a la de los penitentes. Y, si es que había un tema, este fue la irrupción de la turba de oscuros encapuchados por la tranquila ciudad (mucha calle O´Higgins,  mucha Chiclana).

Su director, Héctor Libertella, regresaba de una breve estadía en la casa de la suegra de Jack Kerouac (a quien ella denominaba Jack Carolina) y de obtener el mayor premio literario del momento (el Paidós, con $500.000 en efectivo) por su novela El camino de los hiperbóreos, acaso la única que se vendió como pan caliente en el Di Tella.

La crónica del rodaje es implacable: consiste en una minuciosa narración de los distintos estadios de negociación con la policía local, que no terminaba de conceder permiso para su filmación (no es menor el dato que los militares aún gobernaban el país). 45 etapas consecutivas.

Estos beatniks góticos deambulaban en procesión por distintas calles hasta irrumpir, en medio de un sigilo por demás estruendoso, en las instalaciones del Bar Llao – Llao.

Por una suerte de teletransportación muy de época, terminaban materializándose en la citada peluquería, entregados al desenfreno de una bacanal más que temible. Muchos ángulos de Eleusis a go – go, que sólo permanecen en el recuerdo de los implicados, ya que el rollo correspondiente a estas últimas escenas se veló y las fotos fijas que lo documentan son, por supuesto, abominables. Alguien interpretó il Cardelino, triste melodía si las hay. De hecho, nadie contuvo el llanto indiscernible bajo las capuchas.

En total, 28 minutos de exabruptos. 

Se proyectó por primera vez en la Biblioteca Rivadavia y casi de inmediato en la Asociación de Empleados de Comercio. Los vítores se continuaron por semanas en la euforia del píccolo mondo.

Hecatombe. El clima tan viciado de estéticas

Tanto, que Libertella decidió presentarla en el Primer Festival de Cine Latinoamericano en Córdoba, ya en 1970.

de protesta y de recuperación étnico política de comunidades indígenas obligó a Libertella a atrincherarse en su hotel y no escaparse de su habitación durante días junto al borrador de su guión, que no era sino una variación de la novela que había escrito durante el servicio militar, y que inmortalizaba a hombres de metal que se horrorizaban ante la mera posibilidad de recibir injertos de carne.

La única copia existente de este happening de acetato sigue en manos de su camarógrafo, Buby Fitipaldi, esté donde esté.              

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Las líneas dibujadas interpretan la arquitectura / Claudia Groesman

Wall Drawings / Sol Lewitt
Fundación Proa, Diciembre 2001- Marzo 2002.

Las diagonales, verticales y horizontales subvierten el espacio real produciendo líneas de fuga que lo atraviesan y continúan más allá de lo perceptible.
Los límites espaciales son transpuestos en una tridimensionalidad virtual que profundiza las relaciones entre los elementos que organizan el espacio objetivo.
El cuerpo desea habitar la forma esculpida en el interior de la pared.
Las dimensiones de las figuras activan la ilusión de una espacialidad transitable.
El espacio utilitario se vuelve contingente mientras que las formas dibujadas exploran su verdad, su capacidad de transformación y su infinitud potencial.
Las figuras devienen arquitectura explorando la articulación de las líneas, las oposiciones, las direcciones espaciales, el peso, los puntos de apoyo, las dimensiones.
Los colores despiertan la movilidad de las formas.
Forma y color diseñan el movimiento de la figura, el ritmo, la velocidad, el eco visual de un recorrido fugaz.
Lo permanente y lo cambiante se funden en una impresión subjetiva del espacio.
La obra internaliza el espacio como un producto de la experiencia corpórea del hombre.
La pared dibujada construye un paisaje mental que se contempla a sí mismo y busca su alteridad en el espacio físico.
El espacio físico se muestra en su mutabilidad como proyección de un espacio que acontece en la mente del espectador.

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Blanco horizonte / Marina de Caro

Verónica Valli - Lucía Bianco
La casona de los Olivera, Marzo 2002.

 

Visibilidad y nuevas fronteras se han abierto a nuestra mirada. La joven producción artística de las provincias está ocupando un lugar en Buenos Aires. Una nueva ruta trazada en la búsqueda de quienes en silencio y desde otros centros de producción trabajan en la construcción de un lenguaje artístico propio y contemporáneo.

Esta vez La Casona de los Olivera recibe dos jóvenes artistas de Bahía Blanca

El centro de exposiciones de Parque Avellaneda, se inauguró una nueva temporada. Hasta el 14 de abril se podrán visitar las muestras de Ana Casanova, Ana Lozano, Alejandra Olivari, Jimena Lazcano de Buenos Aires y Verónica Valli y Lucía Bianco de Bahía Blanca.

En la primer sala nos recibe la obra de Lucía Bianco. Cortes de suelos y dibujos de órganos tomados de los manuales escolares y libros de texto del secundario. Aquella información que por más que intente darnos idea de verdad con su lógica académica nunca deja de atraernos simplemente por su gráfica hipnótica. Puntos rayas y colores en una composición abstracta, en capas geológicas. Es ahí donde posa su mirada Lucía, la ciencia y sus diagramas ¿Cuánta información nos legan? ¿Es información científica o sólo un diseño gráfico que nos seduce?. ¿Es una representación de lugar o sólo bajo ese suelo descansan las ilusiones que por el momento no han encontrado la salida?. Cartas que nunca fueron enviadas en la cámara magmática de un supuesto volcán, hojas escritas como repuestas latentes en un paisaje geológico. Según Lucía sólo un capricho decorativo, pero mi ojo me dicta, más que un diseño, misterios bajo tierra

En el segundo piso los códigos secretos de Valeria Valli. Con un esquema que alude a una mística particular de la artista, pinta retratos de amigos, conocidos y no tanto. Pinturas sobre papel de pequeño formato nos obligan a acercarnos con un gesto de curiosidad como si fuéramos a descubrir quienes son esas personas. Identificados por números y diagramas básicos de líneas verticales de colores que fueron intencionalmente elegidos Otros códigos de barras, no los que la industria y el mercado nos han impuesto, esta vez no olvidan la cara sensible de cada uno de nosotros, los colores que identifican nuestro humor, nuestro estado del alma,

Bahía Blanca no descansa. Continuamente bienvenidos

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Exteriores

 

Distancia y presente simultáneo. El escritor David Wapner desde Israel y el artista plástico Luis Lidner desde Suiza, piensan el acá desde allá. Las noticias, es de suponer, les llegan por diversos canales: CNN por un lado, cartas de amigos por otro, editoriales en inglés y porteño, patria & the Argentine people, atentado en Tel Aviv, cotización del Euro, dólar a 4 pesos, los que se quedan y se van. Invitación al debate, a la polémica. Oportunidad de pensarnos, decirnos y seguirla en los números siguientes. Escritos sobre la enfermedad argentina: aquí van.

 

 

El portafolio caníbal / Lux Lindner

 

1

Cuando vuelve la democracia se pone de moda echarle la culpa de todo a los militares... ¡como si fueran el ejército de otro país! No sé si en 1976 hay algún militar dispuesto a defender la democracia; pero está claro que hay muchos civiles interesados en estrangularla, caballeros de saco y corbata que no han pasado por ningún tribunal y siguen caminando por la calle.Y en la época de Alfonsín se vuelven plaga esas películas donde las mujeres son la conciencia moral de la especie, como si hubiera muchos militares solteros.

Hace un año veo a Martínez de Hoz caminando por Florida con la esposa, como si nada. Entra al cine a ver una película de Wim Wenders. Nadie en la calle parece darse por enterado. ¡Eichmann en Jerusalén pero caminando por la calle!

Por una casualidad yo tengo las manos vacías (suelo andar con un portafolio negro) y no hay objeto contundente a mano como para saludarlo. Y encima soy yo el que va a quedar como un delincuente, porque la calle Florida no parece darse cuenta de que el superminstro de la dictadura se pasea lo más campante, a la luz del día, en medio del mundo que él, como pocos, ha contribuido a transformar en un basurero sin esperanza.

En lo personal puedo decir que Martínez de Hoz ha destruído el mundo de mi infancia, es decir la industria argentina donde he esperado conseguir un lugar razonable en una sociedad animada de propósito, un trabajo en una fábrica, una esposa que me conteste en mi idioma, etc.

Desde entonces me la tengo que pasar haciendo morisquetas absurdas para sobrevivir, como los crotos de Lucerna que venden cuadernillos fotocopiados con la historia de su vida.

-Diez francos el cuaderno sencillo!

-Quince francos el cuaderno con caramelos!

Y si uno no cree en la reencarnación quiere decir que esta payasada será toda mi eternidad, todo lo que quede de mí por los siglos de los siglos amén.

 

2

La moda actual es echarle la culpa de nuestras desgracias al Fondo Monetario Internacional y otros organismos transatlánticos de siglas raras. Conviene aclarar algo; no hay en ninguna parte de este mundo una asamblea de gordos con chaleco brindando porque la Argentina se desintegra. No somos semejante botín como para justificar una conspiración de terceros. De haber ido a la bifes con Chile la habríamos pasado muy mal; y la economía del Brasil pronto nos va a pasar por encima como una aplanadora. Solo somos un peligro para nosotros mismos. Por supuesto que existen cosas como el imperialismo militar económico y cultural, pero los centros de irradiación de estas energías operan a un nivel tan estratosférico que excede nuestras posibilidades de influir sobre el centro de emisión. A nuestro nivel, al nivel en el que es lícito preocuparse, es decir lo que pasa en territorio argentino, opera esa cosmovisión tanguero-delictivo-picaresca que de seguir en pleno vigor nos va a hacer desaparecer con mucha mayor rapidez y efectividad que las calculadoras del Fondo Monetario.

Somos el lado de la ecuación que es posible cambiar. Es una imbecilidad esperar que modifiquen su manera de pensar los europeos o los americanos del norte; son y seguirán siendo unos unos vampiros profesionales y con eso han construido su "prosperidad". ¿Alguien esta sorprendido porque los testaferros de la Revolucion Francesa, Aufklaerung, etc, vengan aquí sólo a manotear? ¿O porque un hincha de San Lorenzo estrangule al proyecto del Misil Condor en la cuna? Insisto en que vistos desde la Pampa no hay diferencias. Uno conserva una especie de debilidad sentimental por Europa pero la manera en que los europeos critican a los Estados Unidos puede compararse a una señora de 60 que critica a una chica de 20 porque lleva una vida disipada... pero ella a los 20 llevaba esa vida, o todavía peor. Encontrar diferencias entre distintos carteristas no va a hacer mucho por nuestro monedero. En palabras de Jauretche "la cuestión no es cambiar de collar sino dejar de ser perro". Pero antes de ser perros del FMI, somos perros de nuestros políticos y de los tecnócratas que se pasean por Florida.

 

3

Si hay una ciencia que hace falta en Argentina, es una Antropología de la Corrupción, investigar por qué la traición es posible, deseable y no recibe castigo. Hace falta no sólo en Argentina, claro, pero ya con desactivar la bomba en casa le habremos hecho un lindo servicio a la ciudad. ¡Limpia tu aldea! Que términos como "cometa" regresen al ámbito astronómico. O palabritas como "pragmatismo”, ¡el nombre para la resignación infinita y la venta del propio pueblo!

Buchón!- Botón!-Oreja!-Ortiba!-Ortibón!-Traga!- cuántas palabras hay ya en la escuela sólo para descalificar al que quiere trabajar o tiene un ideal o quiere hacer algo constructivo. Y son términos que funcionan. Puedo garantizar que funcionan muy bien en las últimas decadas del siglo 20, indiferente a si se está bajo un gobierno civil o militar.

No hay en cambio palabras de peso semejante para describir a un parásito, un estafador o un delincuente. O las hay, pero sin tanta fuerza para descalificar; finalmente resultan más suaves y hasta participan de una especie de simpatía, una piedad final... la misma que está por retorcer el pescuezo de nuestro futuro. El triunfo de esta jerga delictiva, hostil a cualquier tipo de ley, estructura la mentalidad necesaria para un mundo donde ser honesto no es sexy y tener impulsos constructivos es una chiquilinada, digna de una persona de cuarenta años que no se ha enterado que los Reyes Magos son los padres. Parece que el trabajo duro no conquista a las chicas de tapa. Y en un mundo secular sin reencarnación lo que se está dispuesto a hacer por las chicas de tapa es casi la medida de lo que valemos. Quien no percibe los valores del sistema se va a encontrar con que nadie lo defiende en la víspera de una catástrofe. Y si al principio se puede todavía tener escrúpulos (venidos vaya uno a saber de dónde) el hombre es finalmente zoon politikon y debe bordarse a sí mismo en el tejido de algún grupo social para no terminar en aislamiento. Así que click, enter, ¡y a estafar! años de jarana y jarana. El tango ha sido la banda de sonido de este festival de sonrisas torcidas, un edificio nefasto construido con ladrillos de estupro, incesto y traición. Que lo desmonten pieza por pieza y lo instalen en Holanda pero lejos de la costa, donde el agua se lo trague pronto!

 

4

No escribí este texto para que me aplaudan, sino para que aplaudan al que demuestre que estoy equivocado.

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La corneta argentina / David Wapner


Desde que nos alejamos de la Argentina, hace de esto algo más de tres años y medio, las posibilidades de oír hablar a argentinos se han reducido a las conversaciones telefónicas de larga distancia con algún familiar o amigo.
Hay en Israel inmigrantes argentinos, pero como no participamos de las actividades comunitarias, no tenemos casi contacto con ellos. Y cuando este contacto se hace inevitable, el aire se llena de un castellano enrarecido.
La cadena de sucesos que acompañaron al estallido social en Argentina y sus secuelas nos obligaron a escuchar las emisiones de radios argentinas que es posible sintonizar a través de la internet. Por causa de este caos que nos alcanzaba desde allá, quebramos una resistencia que veníamos forjando
desde que tuvimos acceso a la red. Yo, en particular, tenía miedo de extrañarme, de quedarme mudo, de olvidarme del hebreo que estaba aprendiendo. Pero no sucedió nada de eso, aunque sí un acontecimiento tan fuerte y removedor como lo temido: al oír hablar a los argentinos a través de sus radioemisoras me quedé sorprendido de sus voces, ¡qué metálicas y qué agudas!. O me había olvidado de este registro, o no le había prestado la suficiente atención mientras vivíamos allí. O, más bien, yo estaba acostumbrado y los matices los perdía. Ahora, a tres años y medio de distancia, las emisoras digitales me devolvían el habla argentina, un desborde de voces argentinas. No lo puedo ocultar, mi primera reacción fue de rechazo, como quien oye por primera vez una grabación de su propia voz que desconocía: ¿esos éramos, o somos nosotros? ¿Ese era, o soy yo? Un par de llamadas telefónicas a Buenos Aires confirmaron esta impresión: también las voces de mis amigos y parientes sonaban con timbre trompeta. Le di vueltas a estos sentimientos que me revolvían el alma y me llenaban de dudas, "a lo mejor es la ansiedad, o un exceso de potencia". Reparé en que los argentinos inmigrantes con los que me cruzo en la calle o el autobús reúnen, en mayor o menor grado, el repertorio de gestos y posturas que los hacen inconfundibles ante ojos y oídos sensibles. El habla, aunque algo gangosa, conserva la cadencia de origen. Los agudos, en cambio, se han atenuado a causa de armónicos que se han perdido, a lo mejor,. durante la persecución de los sonidos de la nueva lengua. Ahora bien, esta merma o sordina, no afectaba a la identificación de estos como argentinos. Un israelí medio, acostumbrado al castellano de las telenovelas latinoamericanas de la tarde, conoce al argentino apenas este abre la boca. En su apreciación, no halla diferencia entre la versión estridente y la atenuada. La estridencia, por lo tanto, no es tan relevante para definir a una como argentino-parlante. Algo me lleva a creer que el plus de agudos en el habla de los argentinos que persisten en la Argentina es una
sobreactuación. A quien me diga, "estás lejos, oís con distorsión, los altavoces de la computadora son pequeños, se pierden los graves y lo mismo sucede con el teléfono", le respondo: puedeo discriminar, recortar y armar.
A la distorsión y ruidos de lejanía, a los sonidos adelgazados por la estrechez de los parlantes, los paso por el filtro de mi subjetividad y de este modo reconstruyo la voz en su frecuencia, color y tonos de origen. Y al encogerse o hacerse un lado todo aquel objeto u emoción capaces de enrarecer la atmósfera y confundir los sentidos, las voces cornetas de Argentina llegan frescas, metálicas, como si nada interfiriera ente nosotros, como si estuviese yo al lado del locutor de radio, o de su
entrevistado, o de aquellos que marchan y golpean cacerolas, o de aquel que por teléfono avisa que ya está por cortar. Se corta, nomás, y esos agudos y sobreagudos quedan silbando y cargan al aire de turbación, por causa de argentinos que actúan de argentinos. Al espectro de la voz, y no importa a
qué provincia pertenezca el hablante, la pintan con una segunda capa de material sonoro para que la impresión de lo argentino resalte y se aumente. El resultado demuestra que esta capa está demás, porque endurece las cuerdas vocales y apaga la resonancia de las frecuencias bajas. Esta superposición de capas surge de la confrontación de iguales con iguales, de uno que actúa de argentino y desea superar en su actuación a otro cuyo papel también consiste en encarnar el papel de argentino. La voz argentina es la voz argentina sobre-expuesta por su intento de duplicación, superimposición de un tono, impostación del color: Capa sobre capa, toda tersura se seca, toda flexibilidad se endurece y así nacen los gallos de la voz.


Beer-Sheva, Israel, febrero de 2002

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Lo que vino lo que vino

Por G. L.

 

Estos son algunos de los materiales que nos llegaron:

 

Revistas

 

Reflejos Nº 9 – 2000/2001

Revista del Departamento de Estudios Españoles y Latinoamericanos de la Facultad de Humanidades de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Directora : Myrna Soloterorevsky – msmyrna@mscc.huji.ac.il En el sumario se destacan artículos sobre Roberto Arlt y Gabriel García Márquez. Rescatamos un fragmento del texto del paisano Arnoldo M. Kierszenbaum

 

Acuerdo

A mi hermano de Manhatan
Te lo dejo
Envuelto con el miedo
A esa perra
Que bajo su orden
Me muerde.

Guardo el destino
de una diestra
que cuando acaricia
la hieren
y el misterio
de esa gata
que retrocedió de su muerte
despertando mi alarido.

 

 

Trilce Nº 8 Diciembre 2001
Casilla de correo 2501 – Concepción – Chile
Email: omarlara@entelchile.net

Esta publicación chilena, en cuyo consejo de redacción colaboran algunos poetas argentinos, dedicó el último número casi en su totalidad a reflexionar desde distintos artículos sobre la obra de Juan Gelman (incluye un par de textos inéditos y bibliografía completa).

Juguete Rabioso Nº 1 Octubre 2001

Realizada por los alumnos del departamento de Humanidades de la Universidad Nacional de la Patagonia - rev_jugueterabioso@yahoo.com.ar
Selección de textos de Aldo Pellegrini, Henry Miller, Julio Cortazár, etc.

 

Critica Nº 90 Diciembre 2001
Revista de la Universidad Autónoma de Puebla – México
Director : Armando Pinto – e-mail : critica@siu.buap.mx

“La cosmogonía” de Philip K. Dick por Enrique Serna y “¿para qué poemas?” por Raúl Dorra, entre otros articulos y textos inéditos de Mario Vivero García, Daniel Mourel y Reina María Rodríguez.

 

Letra Internacional Nº 73 invierno 2001 –
Monte Ezquinza 30 , 2ª dcha -Madrid , España
Email : editorial@fpabloiglesia.es

Esta publicación del verdadero primer mundo tiene un collar de colaboradores peso pesado que no se puede creer. Por ahí se encuentran artículos (especialmente redactados para la revista) de Juan Goytisolo, Umberto Eco, Savater, Rosa Pereda, George Steiner y el bahiense Mario Merlino (bueno, en verdad de Coronel Pringles) entre otros marotes. En el último numero que recibimos se puede leer “El fin de la Excepcionalidad” de Susan Sontag, una destacada pensadora que ha vivido voluntariamente los horrores de la guerra en Sarajevo pero que a la hora de puntualizar sobre el ataque a las torres gemelas se despacha con esto: “La misma mentalidad que condenó a muerte a Salman Rushdie pero no pudo matarlo, hace poco condenó a muerte a cerca de seis mil personas, muchas de ellas extranjeras, en los Estados Unidos. Para acabar con esta violencia, será necesaria la violencia. Dentro de las reglas de la guerra, tenemos que actuar y no sólo culpabilizarnos, para que pueda haber una posibilidad de prevenir masacres futuras”. Qué me contursi.

 

Insula Nº 660
Revista de letras y ciencias sociales
Carretera de Irún km. 12200
Madrid - España

Esta publicación que se edita desde hace 56 años está dedicada íntegramente a autores españoles, aunque el más joven de los mencionados hizo el Jardín de Infantes con Valle Inclán. Dirigida por Victor García de la Concha. Una verdadera hendidura en la cultura española.

 

Libros

 

Timbal Ultravioleta / Rafael Vásquez
Ediciones Argos
, Córdoba, año 2000, 80 pp.

En el Mar de su nombre / Maria Montserrat Beltrán
El Editor Poesía, Buenos Aires, 2000, 64 pp.

Cansancio de lo escrito / Pablo Queralt
Tse-Tse, Buenos Aires, 2001, 142 pp.

El sacatrapos / Carlos Martín Eguía
Siesta, Buenos Aires, 2001, 90 pp.
Villa Castels (Fragmento)
la sierra serrucha la corteza dura/ y el cielo puro entre los pinos secos/ se traga el reflejo/
de algo que va a romperse// Braulio/ el perro del vecino// mea la sierra/ dos piñas ruedan/ por el impulso de una brisa helada/ que manda el invierno// Nunca se me hizo tan evidente/ la descompostura/ como ahora/ cuando un brazo/ de la raíz del pino vivo/ ata las patas traseras de Braulio

Natatorio / Martín Rodriguez
Siesta, Buenos Aires, 2001, 80 pp.

Bitacora del Iluso / Osvaldo Sauma
Ediciones
Perro Azul, San José de Costa Rica, 2000, 108 pp.

Enrique IV / William Shakespeare
Traducción de Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich
Ediciones Norma, Buenos Aires,
2000, 180 pp.

Cartas sin Cuerpo / Alfredo Trejos
Ediciones Perro Azul , San José de Costa Rica
, 2001, 54 pp

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